
Nadie debería sorprenderse; es ya una pandemia, lo cual solo significa que está ya en todas partes, no que sea ni más ni menos agresivo. En China ya van de salida, mientras que el epicentro ahora está en Europa, según dice la OMS.
Este canijo bicho tiene ciertas particularidades. Su letalidad -el número de los afectados que fallecen, expresado en porcentaje- varía de aproximadamente 3%, en China, a un 6% que reporta Italia. Es una enfermedad nueva, de modo que los datos son inciertos. No se tiene una explicación precisa del porqué de la diferencia de letalidad entre los dos países. Influyen los sistemas de salud, los factores culturales -parece ser que los jóvenes italianos permanecen más tiempo con sus mayores y puede ser que los contagien- y la oportunidad con que se establecieron las medidas de prevención. Aproximadamente el 80% de los que contraen la enfermedad la tienen en forma leve: fiebre, tos, malestar general que dura aproximadamente una semana. Si eso fuera todo, no habría tanta preocupación: una gripa como tantas. Pero este virus tiene un comportamiento que es francamente artero. Baja por las vías respiratorias hasta los pulmones y provoca una neumonía. Cualquier neumonía ya es de cuidado, pero las neumonías más usuales, del montón, por así decir, no afectan todo el pulmón, solo una parte. Esto significa que estás malito, con fiebre, con dolor en el pecho, tosiendo, pero puedes respirar bien. En cambio, la afección pulmonar del coronavirus, o Covid 19, para usar su término más propio, puede afectar en los casos graves regiones extensas de los dos pulmones. Los estudios de tomografía computada muestran zonas de pulmón opacas. Esto significa que el espacio aéreo está ocupado por un líquido, que no debería estar ahí, en vez de aire; por lo tanto, no le está llegando a la sangre el oxígeno que el cuerpo necesita. El pulmón va necesitar ayuda, en forma de un ventilador mecánico. El ventilador no cura, mantiene vivo al paciente hasta que las propias defensas del cuerpo acaban con el invasor. Un 20% de los enfermos tendrán afección pulmonar, y de estos, el 5% van a requerir apoyo ventilatorio. Este grupo consiste principalmente, pero no exclusivamente, de personas de más de 65 años, y que además padecen lo que en lenguaje médico se denominan co-morbilidades, vulgo, enfermedades adicionales. Éstas suelen ser enfermedades del corazón y diabetes. Por esto la letalidad aumenta mucho con la edad, de aproximadamente 3% a los 60 años, hasta 19% a los 90. Aquí entra lo problemático. Apoyo ventilatorio significa permanencia en una unidad de cuidados intensivos: equipo y personal especializado. En otras palabras, recursos limitados. Por eso China construyó, prácticamente de la noche a la mañana, un hospital exclusivamente para coronavirus. Por eso Italia está en crisis de atención y humanitaria: no tiene bastantes ventiladores. Tienen la espantosa tarea de decidir quién se salva y quien no. 5% parece una cifra modesta, pero el 5% de mucho tambien es mucho. Entonces los sistemas de salud, que ya tienen exceso de demanda en la mejor de las circunstancias, ahora se encuentran abrumados. Para colmo, este simpático bicho tiene todavía otra característica fastidiosa: un índice R de 3, redondeando hacia arriba. ¿Qué significa esto? Que una persona que porta el virus lo va transmitir, en promedio, a tres personas. En buen cristiano, es muy contagioso.
Así pues, en esta contingencia, es difícil para el mortal común y corriente saber qué hacer. Ni la negación ni el pánico son sanos. Dentro de la primera está el gastadísimo “no pasa nada.” Pero a la negación le gusta disfrazarse. Una forma de esto son las teorías de conspiración: el virus lo inventaron los chinos, es un plan para destruir la economía mundial, fraguado por las bestias negras de costumbre: Putin, Merkel, Soros. Escojan su villano favorito. Que los virus son seres naturales en continua evolución no es factor a tomar en cuenta. No falta, desde luego, quien culpa a las farmacéuticas, las cuales aparentemente no encuentran manera de vender más medicamentos. En México, es un complot para que AMLO no tenga éxito, con los consabidos sospechosos de siempre detrás del asunto.
El pánico acaso es peor. Hay un proverbio samurai: “El miedo te hará más daño que aquello a lo que temes.” Es inútil saquear tiendas y, menos todavía, hacer acopios de papel sanitario. Más inquietante es la gente que ha acudido en masa a hacerse la prueba del coronavirus. Aun cuando no tengan síntomas. Aun cuando no hayan estado en contacto con un caso sospechoso, esto es, alguien que ha llegado de China, Corea del Sur o Europa. Si te haces la prueba y no la necesitas consumes un recurso que otro va necesitar. El “aprobó epidemiología pero reprobó comunicación,” el subsecretario doctor Hugo López-Gatell, ése mismo de la “fuerza moral”, confundió el asunto al declarar muy a la ligera que la prueba del Covid 19 “no es necesaria.” En un sentido fríamente clínico, esto es correcto. No necesitas la prueba para decidir un tratamiento en casos no complicados, porque éste va ser sintomático. Pero, si yo, paciente, tengo fiebre y tos, sí me gustaría saber si tengo el virus o no. Inicialmente, fue correcto el protocolo de limitar la prueba a personas que vienen de lugares con el virus, o sus contactos. Ya no. Tenemos casos en México. Hay que hacer la prueba en todos pacientes con tos y fiebre, aunque no hayan salido del país. De lo contrario, no tienes manera de saber qué tanto se está extendiendo la enfermedad. Pero si acaso tienes síntomas y por equis razón no te hicieron la prueba, te suplico encarecidamente que te guardes en tu casita, ten de preferencia una recámara para ti, cubiertos y plato nada más para ti.
En Estados Unidos, Trump oscila entre ambas posturas. Primero fue la negación, es solo una gripe, llegando el calor se acaba, hay virus más mortales, lo cual es cierto pero no muy relevante. Típico en él, da sus suposiciones como hechos. Cuando ya se presentaron un número considerable de casos con lo que esa estrategia (si es que se le puede dignificar con ese nombre) ya no opera, entra en modo pánico. Prohíbe llegadas de viajeros de Europa, pero no de ciudadanos estadounidenses, como si estos fueran inmunes o tuvieran un acuerdo especial con el virus. Amenaza con cerrar fronteras. Pero no resisten la tentación, ni él ni sus acólitos, de querer sacar ventaja política al asunto. Así, se refieren al virus como el “virus chino” o el “virus de Wuhan”, en vez de usar su nombre correcto, apostando a la xenofobia de sus partidarios.
AMLO no lo verás jamás en modo pánico. Lo suyo es la negación. Y la fuerza moral, como dijo el ya citado López-Gatell. El virus le hace los mandados a AMLO, nos está sugiriendo, no le hace que rebase los sesenta años y padezca hipertensión, el grupo de mayor riesgo. Le deseo toda la salud del mundo al presidente, “por el bien de todos,” como le gusta decir. Por esto preferiría que no siguiera con sus besos y abrazos con el pueblo bueno. Además, está el detallito de que le corresponde dar el ejemplo. De modo que se vio pésimo cuando no quiso usar el antibacterial. Esto quizás levante ámpula, pero cuando surgió el H1N1, precisamente en México, la respuesta fue oportuna. El mismo Calderón habló en cadena nacional y hasta indicó como cubrirse la cara al toser. El mejor remedio contra el pánico es información clara y oportuna.
Ni AMLO ni Trump están hechos para enfrentar una crisis. Su primera reacción es, ¿esto cómo me afecta?, no ¿cómo se resuelve? De ahí los tumbos, las decisiones precipitadas y los mensajes confusos. En otras palabras, no son líderes. Hay muchas formas de ser líder y hay principios de liderazgo que se pueden aprender. Pero un líder requiere dos cualidades sobre todo: primero, asumir responsabilidad. Segundo, ser generoso. La ausencia de la primera ha sido notoria desde que ambos mandatarios asumieron el poder, incluso antes. La segunda se nota en los insultos infantiles de Trump y en el tono desdeñoso que afecta AMLO. Como hablamos de cualidades morales que se internalizan desde la primera edad, no creo que las adquieran a estas alturas del partido. Esta situación nos enseñará, espero, que los pretendidos mesías, supuestos salvadores de nuestros países, son individuos falibles de carne y hueso. Cualquier otra pretensión es un engaño.
Ante tanta alarma y confusión, ¿qué es lo que procede y qué no?
La tarea epidemiológica ante una propagación es identificar quien tiene el virus, tratar de averiguar donde lo adquirió, y luego rastrear los contactos. Estos se ponen en cuarentena y que notifiquen si presentan síntomas. Lo que complica esta tarea es que se han identificados portadores asintomáticos. No les da la enfermedad, o les da en forma muy leve, pero sí la transmiten. Típicamente son gente joven, y por lo general, así es este mundo, tienden a moverse más y estar en contacto con más gente. Entonces, rastrear contactos por sí solo ya no es suficiente. En términos más técnicos, ya debemos considerarnos en fase 3 de la epidemia, donde hay transmisión intracomunitaria. Aquí caen las autoridades en la tentación de medidas extremas: cuarentena a todos, cierre de fronteras y cosas similares. La OMS no recomienda la prohibición de viajes como medida preventiva. No es efectiva, y puede bloquear la llegada de recursos necesarios, o retrasar ayudas y apoyos técnicos. Tiene sentido, como en el caso de El Salvador, que no tienen casos y su sistema de salud es insuficiente. No sirve cuando ya tienes casos en tu país. De modo que el cierre de fronteras que han aplicado en Europa no va ayudar gran cosa. Tampoco sirven de mucho los tamizajes en los aeropuertos. Solo se detectan las personas con fiebre. No se detectan los casos leves ni los portadores asintomáticos. El resultado ha sido provocar aglomeraciones en los aeropuertos, justamente lo que se quiere evitar.
Estos son, pues, los no. ¿Cuáles son los sí?
Dividiré las recomendaciones en personales y comunitarias. A nivel personal:
- Lávate las manos frecuentemente con agua y jabón o desinfectante a base de alcohol. Lavatelas al llegar a tu casa, después de estornudar, antes de comer, cuando las notes sucias.
- Mantén una separación de cuando menos un metro de otras personas.
- Evita tocarte los ojos, la nariz y la boca.
- Cúbrete la boca con el codo o pañuelo de papel cuando tosas o estornudes.
- Quédate en casa si no te sientes bien. Consulta si tu estado está empeorando. Informa si has estado en contacto con alguien con el virus o vienes de un país con casos identificados.
- No beses ni abraces. Para la etnia mexica, esto es difícil. Expresaré mi idea radical que primero es la salud, segundo la cortesía. Podemos regresar al saludo de codo de tiempos de Calderón, pero si acaso a los chairos esto les da escozor, podemos usar el saludo apache, simplemente levantando la mano.
Nivel social. Tienen más relevancia las acciones y disposiciones de las autoridades; no obstante, todo esto lo puedes practicar:
- Evita eventos masivos, como el festival musical PalNorte en Monterrey, afortunadamente pospuesto.
- No vayas a conciertos, teatros, cines, estadios, centros comerciales, gimnasios, restaurantes, bares, antros y cualquier otro donde se reúne mucha gente, mas aún si están cerrados y hay mala circulación de aire.
- No hagas reuniones en casa con más de veinte personas.
- Viaja únicamente si es indispensable. Si lo tienes que hacer, sigue las recomendaciones arriba. De nada sirve que los niños no vayan a las escuelas, si la raza se deja ir en masa a las playas. O este domingo pasado a la presa de la Boca cerca de Monterrey, que estaba repleta de gente.
- La diócesis de Monterrey ya suspendió las misas pero se pueden seguir en línea. https://www.arquidiocesismty.org/arquimty/celebracion-publica-de-la-santa-misa/
- No visites a tus familiares de la tercera edad. Son los más vulnerables. Afortunadamente, contamos con Skype y demás. Si es indispensable hacerlo, guarda tu distancia de un metro.
- No tengas trabajadores en tu casa.
Desde luego, hay que surtir despensas y medicamentos. Hazlo con las precauciones señaladas arriba. Siento que el transporte público en Monterrey, y en México en general, representa cierto problema. La mayoría de la población trabajadora no tiene otra opción. Sugerir ahí separación de un metro es un mal chiste. Conviene usar tapabocas; mucho me temo que no haya suficientes. Si aumentan los casos tendremos que ponernos todos en cuarentena, y no, no creo que se puedan ocultar, ni siquiera bajo el diagnóstico de “neumonía atípica.”
Hay una grieta en todo, así es como entra la luz, dijo Leonard Cohen. Estos momentos, llenos de ansiedad, de incertidumbre, de oscuridad, nos muestran tal cual somos: seres frágiles, vulnerables, finitos, por mucho que nos guste fingir, sobre todo a los que vivimos con cierto privilegio, que tenemos el mundo bajo nuestro control. Ahora tenemos que confrontar nuestra realidad. Aceptar esto, es a fin de cuentas, liberador. Es tiempo de moderar nuestros apetitos desordenados. Es tiempo de reconectar con la compasión que todos tenemos dentro de nosotros. De humildad, en el buen sentido de la palabra. Aquellos, los que hemos declarado nuestros enemigos, porque no son como nosotros, o no piensan como nosotros, no lo son realmente. Más importante, sin embargo, es entender que nuestras creencias no nos hacen automáticamente virtuosos. Nuestra virtud real se demostrará con nuestro comportamiento los próximos días.
Pensemos: el coronavirus afecta por igual a tirios y troyanos, chairos y fifis, gringos y mexicanos, y así ad infinitum. Todos compartimos la misma humanidad; nos ha resultado conveniente estos últimos años olvidarlo, y seguir a aquellos que, no es necesario nombrarlos, le han sacado provecho político a la satanización. Si hay algo bueno que salga de esto, sea que nos unamos más, como países y como humanidad. Esta epidemia pasará, para enfrentarla en esta coyuntura, habremos de cuidarnos y protegernos. Haciendo eso, también cuidamos nuestra comunidad. Todos estamos en el mismo barco. Es un tópico decirlo. También es cierto.
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