
“Las víctimas no tenemos ideología ni partido político, tenemos una humanidad dolida”. Javier Sicilia
El ciclo de noticias reciente en México ha estado dominado por la demanda de parte de un político que prefiero no nombrar, militante de un partido que tampoco quiero mencionar, por daño moral al periodista Sergio Aguayo. El asunto, como se trata de corrupción y lucha contra la misma, nos atañe a todos. La corrupción tendrá muchas formas y muchos vericuetos, pero en el fondo es una cuestión sencilla: es gente que procura su interés personal, mientras perjudica el general. Ese interés personal es usualmente, pero no exclusivamente, de dinero. No tiene necesariamente que haber dinero de por medio para que haya corrupción. Para que el corrupto no se salga con la suya, se necesitan fundamentalmente dos cosas: autoridades independientes, autónomas, comprometidas, y una prensa igualmente independiente. Si se pierde esto, como señalo en mi artículo sobre Carlos Denegri, es una tragedia. Se pierden contrapesos y la corrupción es rampante.
De modo que el caso Aguayo es muy importante. Pero también lo es lo que está ocurriendo con Javier Sicilia, y ello ha quedado un poco bajo el radar. Recordemos: en el 2011 su hijo fue asesinado por el crimen organizado. Sicilia no se cruzó de brazos. Inició un activismo en el que cuestionó a los gobernantes en turno, Calderón primero, luego Peña Nieto, particularmente sobre el caso Ayotzinapa; y, en las pasadas elecciones, a todos los candidatos, por igual. Inicialmente me parece que, como muchos otros, tuvo esperanzas en AMLO, pero ante la falta de resultados, evidentes para todos, salvo sus muy adictos, también lo ha cuestionado. Y ha protestado, si bien Sicilia no lo llama así; más bien dice que “es un llamado al presidente López Obrador a que una a la nación y retome la agenda de paz y justicia con la que se comprometió como prioridad de la nación; es un llamado a él y a cada uno de nosotros para que dejemos de insultarnos, descalificarnos, confrontarnos, polarizarnos.” A este movimiento se ha unido Julian LeBaron, quien sufrió la cruel muerte de su familia, niños incluidos.
En México, un código no escrito exige callar, aguantarse, no quejarse. La protesta es, en todo caso, inútil. Violar este código es, como señaló Octavio Paz, rajarse y al mexicano le está prohibido abrirse. Nótese que es un discurso muy conveniente al poderoso.
Pues a mi ni a Sicilia ni a LeBarón les pareció muy digna la posición de silencio y resignación antes tamañas tragedias personales. Paradójico: para mí lo que Sicilia ha hecho todos estos años es precisamente no rajarse, así le moleste al poderoso. Ahora bien, mientras que a quien cuestionaban era a los gobiernos anteriores, los chairos no tuvieron queja de Sicilia; todo lo contrario, su movimiento les pareció excelente. No cuestionaron los motivos de Sicilia, ni externaron la sospecha que estuviera sirviendo indefinidos “intereses” ni lo acusaron de tratar de sacar ventaja política de la muerte de su hijo. Señalamiento bastante infame, y lo mismo va por la acusación de “vendepatrias” a Julián LeBaron. Aclaro, por “chairo” no me refiero a cualquier partidario de AMLO o militante de MORENA, sino solo aquellos que lo hacen ciegamente, sin cuestionar. Pero, cuando Sicilia se tomó el atrevimiento de cuestionar a su mesías, todo cambió para los chairos. Se desató la furia. La saña con que ha sido atacado en redes sociales es increíble. Lo de menos son los señalamientos arriba, pero no hace falta entrar en mayor detalle. Lo que más preocupa es esta la reacción feroz contra quienes se han mostrado independientes. ¿Cuestionas la independencia de Sicilia? Pues su trayectoria lo demuestra; te recuerdo, por ejemplo, que en su tiempo pidió la renuncia de García Luna. El tiempo le ha dado la razón. Otra paradoja: solemos quejarnos de nuestra apatía, de que “nadie hace nada,” pero cuando alguien actúa, o somos indiferentes, o desconfiamos, o lo atacamos. Es el código, otra vez.
Por su parte, me temo que nuestro presidente no queda muy bien parado, a mi modo de ver, al negarse a recibir a Sicilia y Lebaron, so pretexto de evitar un “show mediático.” Lo que pide Sicilia es que “escuche,” nada más. Tampoco queda muy bien AMLO con su respuesta ambivalente a los cuestionamientos de Denisse Dresser sobre el caso Aguayo. No debe opinar desde el ejecutivo sobre un caso que todavía se está dirimiendo en el poder judicial, pero uno sí esperaría mayor compromiso con la libertad de expresión. Y no era momento de hacer señalamientos vagos de que Reforma tiene algo en contra del político en cuestión. Parece que para AMLO no puede haber tal cosa como un criterio independiente.
Nuestra crisis de seguridad va de la mano de nuestra corrupción. El desprestigio de México en el extranjero es por nuestra corrupción. Nuestra corrupción genera pobreza-violencia-más corrupción en un círculo vicioso angustiante. Repito: combatir la corrupción requiere instituciones y prensa independientes, sanas. Si tratas de deshacerte de ellas, si atacas voces independientes, tu compromiso en contra de la corrupción está muy duda, por mucho que lo asegures. De lengua me como un plato, se dice.
NOTAS
La cita de Sicilia en el epígrafe es de CNN noticias en español
El llamado al presidente de Sicilia viene en https://www.proceso.com.mx/609735/carta-abierta-a-quienes-no-entendieron
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