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LA INCREIBLE Y TRISTE HISTORIA DE LA CÁNDIDA GUARDIA Y SU ALARMANTE ABUELO CONTRADICTORIO
14 Sep 2019

LA INCREIBLE Y TRISTE HISTORIA DE LA CÁNDIDA GUARDIA Y SU ALARMANTE ABUELO CONTRADICTORIO

Post by Federico Elenes

Si en algo coincidimos en México tirios y troyanos, o mejor deberíamos decir, chairos y fifís, es que la violencia ya nos rebasó. El 2017 fue el año más violento en nuestra historia, con 31,174 personas asesinadas. Nuestra tasa de homicidios fue de 25 por 100000 habitantes, más que la de Colombia. (Fuente El País https://elpais.com/internacional/2018/08/21/mexico/1534871332_672002.html) El estatus quo, corrupción, impunidad, violencia, es inaceptable. De hecho, eso es lo que llevó a Andrés Manuel a la presidencia.

Durante la campaña, AMLO habló de atacar las causas del crimen con expresiones vagas sobre amnistías y mejoría de condiciones sociales. Ya como Presidente electo ha presentado un Plan de Paz y Seguridad. Es una estrategia de dos tenazas: por un lado eliminar las causas del crimen y la violencia, por el otro, capturar y sancionar delincuentes. El concepto básico es sólido, el problema, como suele suceder, está en los detalles. Tiene dos puntos acertados: analizar la prohibición a las drogas y recuperar las cárceles. Otros son dudosos, como lo de “Pacificar el país: hacer un alto y debatir con las organizaciones delictivas un proceso de desmovilización, desarme y reinserción”. Reconozco que Andrés Manuel tiene capacidad de convencimiento; pero, ¿van aceptar los carteles la propuesta así como así? Esto, igual que la “Constitución Moral,” son buenos deseos más que una estrategia en forma. En otro punto, quiere mejorar educación, empleo, salud y bienestar. Son objetivos muy deseables en y de por sí, pero decir que la pobreza causa delito es una simplificación. Finalmente, propone atacar la corrupción y formar una Guardia Nacional, “un cuerpo militarizado para la seguridad pública”. (Fuente Animal Político https://www.animalpolitico.com/2018/11/plan-de-paz-y-seguridad-amlo/)

Poner al ejército a perseguir delincuentes, una tarea para la que no fue creado, no es lo ideal. Se tomó esa decisión en el sexenio de Calderón y se mantuvo durante el de Peña Nieto por una razón: las fuerzas de policía a todos los niveles no son confiables. Se suponía que usar el ejército era un recurso temporal. Solo que, igual que las cortinas feas de la casa nueva, lo temporal se hizo permanente. Andrés Manuel fue crítico acérrimo de esta política. “Tenemos que ir sacando al Ejército de las calles…” dijo. Las izquierdas por lo general tienden a desconfiar de políticas de orden y seguridad, esto es, mientras no están en el poder. Luego la cosa cambia. No se crea que estoy defendiendo a las derechas. Éstas son igual de convenencieras o peor. Pero no es cuestión de ideologías. El fracaso es evidente. Los muertos aumentan: 200,000 en los dos últimos sexenios. El tráfico y el consumo no disminuyen. Es una locura, según la definición atribuida a Einstein: seguir haciendo lo mismo y esperar resultados distintos.

Entonces, esta idea de una Guardia Nacional militar, que no militarizada, no convence. Morena quiere tranquilizar. El 19 de noviembre, en el periódico El Norte de Monterrey, se publicaron declaraciones de Mario Delgado, su coordinador en la Cámara de Diputados. Dijo que la nueva Guardia Nacional quedará sometida al fuero civil. Dejó en claro que bajo ninguna circunstancia un detenido por la Guardia Nacional podrá ser trasladado ni resguardado en instalaciones militares. Y sí, otro de los puntos del Plan es combatir la impunidad en violaciones a derechos humanos. Falta ver el marco legal para prevenir estos abusos, y, muy crítico en México, como se le va hacer para que no se brinquen las leyes. Que no quede letra muerta en el papel.

Ahora bien, el citado Diputado Delgado deja bien en claro que la Guardia Nacional va hacer funciones de policía. Hay razones pragmáticas en contra de esto. Ejército no es policía; el hígado no puede hacer la función del riñón. Esto es evidente; ahondemos de todos modos un poco más. El crimen en México, está, como se repite constantemente, organizado. Quizás es de las pocas cosas en este país que lo están. Tiene recursos: económicos, humanos (por así decir), tecnológicos (armas, dispositivos electrónicos sofisticados), inteligencia, en el sentido de conocimiento de las intenciones y acciones del enemigo, esto es, el Estado, o sea, nosotros que cumplimos la ley. Como cualquier empresa ágil y con visión, se está adaptando al cambio. Se está diversificando. Ya no comercian drogas únicamente: huachicolean, cobran derecho de piso, secuestran, trafican personas. Su giro es el crimen, no necesariamente las drogas. Dentro de esta fuerza, hay una particularidad importante: la capacidad de desvanecerse entre la población en general. En este sentido son similares a las guerrillas. Y cuando éstas están bien provistas y son lo bastante determinadas, pueden resistir ejércitos convencionales indefinidamente. Ésa fue la experiencia en Vietnam. Luego, necesitas un cuerpo investigador, no uniformado, que pueda meterse en la población, infiltrar, identificar. Aplicar la fuerza necesaria para que cesen sus actividades delincuenciales. Literalmente, detenerlos. Tiene que ser dentro de un marco legal. Las policías, para poder defender la ley, tienen que estar dentro de la ley. Dicho sucintamente: es inútil tener una policía confiable si no hay sistema judicial confiable. Esto es tan obvio como lo es el hecho desafortunado que en México no lo tenemos.

Aquí es donde entra el primer punto del Plan: combatir la corrupción. Sin embargo, al rechazar la Fiscalía Independiente e incluso eliminar salas anticorrupción (El Norte, 23/11/2018) el Plan de Andrés Manuel se queda cojo. Peor aún, dice que no va perseguir a los presuntos corruptos de los gobiernos anteriores, so pretexto de “inestabilidad”. Es inaceptable: la corrupción se persigue. Punto. Sea de quien sea. Curiosa noción ésta de que es más desestabilizador perseguir corrupción que tener corrupción. El primer punto del Plan ni siquiera llega a la categoría de buenos deseos. Parece más bien estar en la de atole con el dedo.

Viene ahora lo más inquietante: la posibilidad de abuso por parte de un cuerpo militar con atribuciones muy amplias sobre la población civil, en un contexto donde habrá pocos cotos al poder. La tentación de que se use con fines políticos y no de seguridad será muy fuerte. Ocurre que la línea entre ambos no es tan nítida como se quisiera. Ocurre también que Andrés Manuel no toma a bien la oposición a sus intenciones.

AMLO es notoriamente contradictorio. No quería al ejército, pero ahora sí. Va combatir la corrupción, pero a lo mejor siempre no. Dio a entender que iba cambiar el estatus quo, y toma acciones para mantenerlo. Espero que su Cuarta Transformación no sea como la frase de Lampedusa, cambiar todo para que todo siga igual.

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